Jornada de limpieza y revitalización del río Pance

El roció se produce en ese sutil instante de la naturaleza en que la noche enfría el suelo y la capa de aire contigua y esta se encuentra con las hojas; la producción es mayor en noches despejadas y frías cuando el efecto invernadero de las nubes no existe, El rocío se forma cuando la temperatura de la lámina de la hoja cae por debajo del punto de rocío,. Por lo tanto esas noches claras con ese viento que viene desde el pacifico son las más propicias para el nacimiento del agua, este hermoso momento ocurre en la parte más alta de la cordillera occidental, en pico Pance a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, desde ahí se van sumando, para ser miles, millones y caen al suelo, hace caminos, se escurre y se desliza, formando hilos de agua, quebradas, riachuelos por el cañón van bajando para dar origen a esa cinta con aguas rápidas, frías y cristalinas que recoge toda esa energía de la naturaleza y la lleva por más de 25 Kilómetros desembocando en el rio Jamundí, en su meandro se concentra esa gran fuerza que aporta en las relaciones de seres vivos la fauna y la flora que a su alrededor construyen la vida.
Cuentan que hace ya muchos años los indígenas pances y jamundies, entendieron de esta herencia de la naturaleza y decidieron habitar en el lugar, el hermano rio les daba lo que necesitaban, para vivir, comida, agua, hermosos paisajes que alimentan el espíritu, la frescura del aire, cada piedra al lado en sus riveras, los cantos de las aves, las fiestas de las ranas en las noches, el murmullo del viento que llega del mar, el olor que le roba a los árboles y nos lo regala, la fragancia de las flores, los colores de las mariposas, los claros en el bosque, el vuelo de los insectos, el rio no es tan solo agua, es la sangre de la madre tierra .
Y ha sido ahí donde nuestros antepasados entendieron que este era un territorio sagrado, para la vida, para sanar los dolores, la tristeza, cada pedacito es un lugar sacro, para la vida, entendieron que ese lugar no era de ellos, ellos eran del lugar.
Cada vez somos y llegamos más, consumimos y depredamos más, hemos ido deteriorando la armonía, en menos de 100 años lo estamos hiriendo, le hacemos daño, cortamos sus árboles, le arrojamos venenos buscando el oro, y no lo dejamos correr para recoger el dinero de los otros, cazamos su especies, arrojamos las heces de los animales y las nuestras, arrojamos miles de toneladas de desperdicio a su cauce, lo que le hagamos al rio se lo haremos a nuestros hijos
No respetamos lo sagrado, la vida, la madre tierra, la naturaleza y nos condenamos a nuestra soledad, a nuestras enfermedades.
Es necesario enseñarles a nuestros hijos, sus hijos y sus hijos, que eso lo sagrado hay que cuidarlo, que el daño que le hagamos será irreversible, que intentemos que la huella de nuestro paso por la vida deje el menor impacto a los sagrado, en nuestra irracionalidad de la convivencia con ese nuestro espacio arrojamos miles de toneladas de residuos, que el rio no tiene como evacuar solo, es necesario que hagamos el esfuerzo para ser armónicos con este nuestro entorno.

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